Las utopías son de los gobernantes y de los gobernados que se originan en frustraciones o en posibilidades ciertas, en realidades virtuales que son necesarias para el “si se puede” o el “si se pudo” que miden el potencial colectivo y que ayudan a conseguir sus sueños.
El gobernante tiene el gran riesgo de soñar con lo inalcanzable, pero será su habilidad y sus políticas públicas para plantear alcanzables con la participación de los involucrados, con ideas innovadoras, viables, objetivas y programas que lo acerquen a la realidad en cuanto al logro de sus objetivos siempre tomando en cuenta los plazos, las limitaciones y los recursos.
Las utopías y realidades en su mayoría se centran en lo social, en una vida mejor partiendo de la buena salud y educación y sobre todo producir pensando en la vida con imaginación e ideas que deben ser sintonizadas por el gobernante y traducirlas en agendas públicas.
La riqueza social tiene un medidor que es el conjunto de temas en discusión y el conjunto de ideas con soluciones por consenso, la riqueza es la complejidad de ideas realizables muchas de ellas que fueron utópicas porque no fueron consultadas o incluyentes en las gestiones de gobierno.
Los planes de desarrollo generalmente eran concebidos con técnicas en su estructuración, sin la participación de la sociedad, entonces las realizaciones eran utopías o sueños que dependían de las voluntades políticas, ahora las expectativas son realidades plasmadas en planes trabajados por los involucrados dimensionando los recursos y priorizando en función del sostenimiento de las economías.
Las agendas que son complementos de los planes implican la selección y priorización de temas públicos, la definición de modos para abordarlos, esto sumado a la realidad de la participación y de las veedurías, hace más real y posible las realizaciones y sueños.
El gobernante tiene el gran riesgo de soñar con lo inalcanzable, pero será su habilidad y sus políticas públicas para plantear alcanzables con la participación de los involucrados, con ideas innovadoras, viables, objetivas y programas que lo acerquen a la realidad en cuanto al logro de sus objetivos siempre tomando en cuenta los plazos, las limitaciones y los recursos.
Las utopías y realidades en su mayoría se centran en lo social, en una vida mejor partiendo de la buena salud y educación y sobre todo producir pensando en la vida con imaginación e ideas que deben ser sintonizadas por el gobernante y traducirlas en agendas públicas.
La riqueza social tiene un medidor que es el conjunto de temas en discusión y el conjunto de ideas con soluciones por consenso, la riqueza es la complejidad de ideas realizables muchas de ellas que fueron utópicas porque no fueron consultadas o incluyentes en las gestiones de gobierno.
Los planes de desarrollo generalmente eran concebidos con técnicas en su estructuración, sin la participación de la sociedad, entonces las realizaciones eran utopías o sueños que dependían de las voluntades políticas, ahora las expectativas son realidades plasmadas en planes trabajados por los involucrados dimensionando los recursos y priorizando en función del sostenimiento de las economías.
Las agendas que son complementos de los planes implican la selección y priorización de temas públicos, la definición de modos para abordarlos, esto sumado a la realidad de la participación y de las veedurías, hace más real y posible las realizaciones y sueños.
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